Victor el marido:
Se me ocurrió confesarle a Mario, el morbo que estaba sintiendo y el estímulo que suponía para mi sexualidad matrimonial el ver a mi esposa deseada por otros hombres.
Mario era un amigo que conocía desde la infancia, era bastante mayor que yo pero de pequeño habíamos congeniado sorprendentemente bien. Él era un soltero recalcitrante, por esa situación de soltería y por su edad tenía una amplia experiencia de la vida "golfa". Comprendió perfectamente mi morbo, ya que según decía tenía una esposa muy deseable y disfrutar de esa cualidad de mi sra. era una manera más de disfrutar del cónyugue. Me confesó que más de una vez se había masturbado pensando en mi mujer, y no supe que contestar cuando me preguntó si quería que le confesara lo que imaginaba con Maica en sus masturbaciones. Lo que yo no imaginaba es que se iba a convertir en un cómplice fundamental para hacerme disfrutar de mi morbo.
Mario: el amigo.
Cuando Victor me confesó sus sentimientos "ocultos" fue una gran alegría para mi, ya que yo como cualquier hombre había sentido un gran deseo por su mujer y había tenido mis fantasías con ella, pero mi respeto a nuestra amistad hacía que me reprimiera en la medida de lo posible. Así que aquella confesión habría nuevas posibilidades para mi y me decidí ayudar a mi amigo a disfrutar de esa sensación que me había confesado...y de paso creo que yo también la disfrutaría. Me decidí a intentar convencer, con mucho tacto, a Maica para darle una agradable sorpresa a su marido. Pero la sorpresa fue mía cuando Maica lo comprendió tan rápido y me lo puso tan fácil.
Maica: La esposa:
No fue ninguna sorpresa lo que Mario me explico de mi marido y la verdad es que a mi también me empezaba a gustar los roles exhibicionistas a los que Victor le gustaba últimamente hacerme jugar. La delicadeza, tacto, respeto y educación con que Mario me expuso la sorpresa que quería preparar a mi marido hizo que me fuera muy fácil decidirme.
LA SORPRESA:
Victor el marido:
Estaba en el club frecuentado por hombres aficionados al billar del que Mario era socio, todo intrigado por la sorpresa que mi amigo me había preparado. Solo me había dicho que había quedado con una mujer que yo conocía pero que teníamos que aparentar que no nos conocíamos de nada.
Cuando vi entrar por la puerta a mi mujer le hice una mirada interrogante a Mario como diciendo ¿es ésta la mujer con la que has quedado? Su respuesta fue afirmativa y me pidió que siguiera el juego.
Mi esposa iba con uno de esos vestidos que a mi me gusta que lleve para provocar, rojo, ajustado marcando sus voluptuosas curvas, corto mostrando sus bien torneados muslos y generosamente escotado para que pudieran adivinarse perfectamente sus atractivos pechos.
Mientras mi mujer caminaba, contorneándose, hacia la mesa que estábamos Mario y yo, las miradas de los hombres la deboraban con poco disimulo mientras comentaban entre ellos.
Mario hizo las presentaciones de rigor y yo seguí el juego, entre complacido, extrañado e intrigado. Cuando Maica empezó a jugar a billar con nosotros, y tenía que inclinarse para darle a las bolas, mostrando generosamente sus muslos, ofreciendo la rotundidad de su culo y mostrando inclinada la generosidad de su escote, ni decir tiene, las miradas de deseo que provocaba en los hombres de la sala, incluyendo las de mi amigo Mario. La verdad es que aquella situación me ponía un montón, y más cuando el golfo de Mario me susurró al oido, ¿te supones lo que están haciendo ahora todos los hombres de la sala con tu mujer en su imaginación?
Mario el amigo:
Agradecía sobre manera que mi amigo Victor me dejara disfrutar de aquellas sensaciones con su mujer.
La verdad es que Maica estaba preciosa como siempre, y enormemente deseable y excitante con aquel vestido que había sabido elegir tan bien. Cuando le hice la pregunta a Mario de lo que imaginaban los hombres de la sala con su esposa, y note como a mi amigo le excitaba la idea de que todos aquellos hombres se estaban follando a su mujer imaginariamente, la represión que suponía el respetar a su esposa, hasta con la imaginación, por ser mi amigo, despareció en mi mente y comencé a fantasear con todas las maneras que podia disfrutar de aquel culo, aquellos pechos, aquellos muslos, aquella boca...toda aquella maravillosa mujer que se mostraba de aquella manera ante nosotros, con un morbo añadido de saber que a mi amigo, a su marido aquello le complacía.
Maica, la esposa.
La verdad es que fue divertido y estimulante aquel juego de provocación en complicidad de mi esposo. El notar todas aquellas miradas de deseo en mi, notar como me deboraban, desnudaban y poseian todos aquellos hombres con sus miradas, mientras yo me contorneaba y contorsionaba alrededor de la mesa de billar, hacerlo ante la mirada de mi marido notando su complacencia y excitación, me hacía descubrir sensaciones desconocidas hasta entonces para mi
Que buen relato Tan cachondo todos tenemos la fantasía de tener una puta en casa que alborote a la banda y no ser el invitado vocacional
ResponderEliminarAtt trendemedianoche69@gmail