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sábado, 26 de diciembre de 2015

CAPÍTULO II - La chispa

VICTOR EL ESPOSO

Tome la decisión de que de alguna manera debíamos reactivar la pasión en nuestro matrimonio, así que decidí que debíamos volver a tomar la costumbre de salir de marcha los fines de semana y empezar a dejar de ser tan caseros.

Le regalé un vestido un tanto atrevido, mi mujer todavía tiene cuerpo para poder lucirlo, así que porque no presumir de mujer hermosa y deseable a mi lado.  Así que aquel sábado le regale el vestido y al mismo tiempo una invitación a pasar un sábado fuera de casa.

Cuando la vi con el vestido, acostumbrado a verla de maruja por casa, noté que algo ya empezaba a cambiar en mi las  sensaciones hacia ella.  Era un
vestido blanco, que le quedaba como un guante, la espalda al descubierto, corto permitiendo lucir sus hermosas piernas y ajustado de tal manera que resaltaba sus curvas, especialmente su potente y hermoso culito…o culazo según se mire.

No tardé mucho en notar las miradas de deseo de los hombres hacia mi mujer. Primero fuimos a un restaurante a hacer la comida del mediodía. Mientras los camareros nos servían, yo me fijaba con disimulo para no espantar sus miradas, como aprovechaban el mejor ángulo posible para mirar por el escote de mi mujer o mirar los muslos que salían del mantel. Aquello lejos de molestarme me complació.

Después de la comida, fuimos a un cine. Allí quiso la casualidad que dos hombres solos se sentaran al lado de Maica, Cuando llegaron a sus butacas la mirada de grata admiración que le dedicaron a mi esposa no me pasó desapercibida.  Al apagarse la luz, durante la película, procuraba no perder detalle de las miradas que le dedicaban a mi esposa, durante toda la sesión le dieron un auténtico “repaso”; con sus miradas al cuerpo de mi mujer, entre cuchicheos que se decían en el oído. Me imagino que esos cuchicheos estarían dedicados a mi Sra. con los comentarios típicos que hacemos los tíos cuando vemos una tía buena. Sus miradas iban desde los muslos que mi mujer lucía

generosamente debajo de aquel ajustado vestido, a sus pechos, su cara…Maica no se enteraba, o hacía ver que no se enteraba. Pero el deseo que yo notaba en aquellos hombres hacia mi mujer, hacía que alimentara el mío propio, así que me puse un tanto cariñoso con Maica y le dedicaba algunos besos y caricias, para mayor desesperación de los dos voyeurs que tenía a su lado. Tenía la sensación de que en cualquier momento, el hombre que estaba a su lado empezaría a meter mano a mi esposa y esa imagen en mi mente me excitaba sobre manera. Y era evidente que la proximidad física de mi esposa y mis besos y caricias en ella, a aquellos dos extraños también los tenía excitados. Se estaba creando una tensión sexual en aquellas butacas a la que, por suerte o desgracia, puso fin el final de la película.

Después de la sesión de cine, se me ocurrió que podíamos a ir a bailar a la disco. Allí, como podéis suponer, mi mujer volvía a ser el centro de miradas libidinosas mientras bailaba.  Decidí sentarme y dejarla sola en la pista. La verdad es que era una gozada ve aquel cuerpazo, con aquel vestido tan sexi contorneándose al ritmo de la música…y pensar que estaba teniendo abandonada en casa a aquel pedazo de hembra a la que todos los hombres no paraban de follar con la mirada.  Como es lógico al poco Maica tenía los típicos moscones a su alrededor, alguno la cogía de la cintura, ella me miraba y yo complacía con mi gesto. Está claro que a mi esposa,  eso de coquetear se le da muy bien y el sentirse deseada es algo que no se puede decir que le desagrade.

Si he de ser sincero, esa noche sentía un deseo hacia mi esposa como hacía tiempo no sentía.  Tenía unas enormes ganas de hacerle en casa, todo lo que todo aquel montón de hombres durante la tarde, seguro habrían imaginado que hacían con mi esposa.

MAICA LA ESPOSA 

Lo que me temía que iba a pasar, pasó. Cada día el metro lleno para el trabajo y cada día tanta tentación, tenía que pasar. Hace tiempo que mi marido no me da en la cama lo que me tiene que dar y yo me considero una mujer todavía con deseo y ganas de sexo. Llevaban toda la semana aquellos tres hombres, que no sé si por casualidad o por si tenían estudiado mi horario, coincidiendo a mi lado en el vagón lleno como sardinas. Sus roces eran cada vez más atrevidos y creo que de alguna manera ellos notaban mi “necesidad”. El viernes, el último día de la semana, tuvo que pasar. Ese día ya no frené sus intenciones, he de confesar que su proximidad y sus tanteos de cada día no me dejaban indiferente, este viernes no he tenido fuerzas para resistirme a sus acosos  y he notado claramente como sus duras erecciones se restregaban contra mis muslos y glúteos, sus manos me palpaban y oía como me susurraban sus obscenidades en mi oído. Cuando he llegado a la oficina, no he podido por menos que encerrarme en el lavabo y desahogarme de la calentura que me habían provocado.

Suerte que llegó el sábado y mi marido me ha dado una alegría, me ha regalado un bonito vestido, un tanto atrevido de los que a mí me gustaba lucir cuando era más joven, lo que no sabía es que a mi esposo le podía gustar también que su mujer luzca piel de forma un tanto provocativa

Ha sido divertido el juego que se han llevado en el cine, yo hacía como que no me enteraba para no interferir. Pero notaba las miradas de deseo de aquellos dos tíos a mi lado y como mi marido se complacía con aquellas miradas.  Me ha gustado cuando Víctor ha empezado a besarme y acariciarme, no sé si por su propio deseo o por el morbo de que aquellos dos tíos nos miraran, en un momento dado tenía la sensación que iba a aparecer la mano de uno de aquellos extraños sobre mi muslo… ¿Qué hubiera pasado si eso hubiera ocurrido?, después de lo del viernes en el metro siento que una ya ha superado alguna barrera o límite.

Después en la disco, tuve la sensación de rejuvenecer recordando antiguas experiencias de coqueteos, acosos e invitaciones de los mirones y admiradores de turno. Yo estaba complacida por poder provocar en los hombres a mis 34 años las mismas reacciones que provocaba cuando era una veinteañera. Lo que me sorprende es que a mi marido no le moleste ver como acosan a su mujer.





Pero lo mejor de toda la velada, fue cuando llegamos a casa, mi marido me dedicó una sesión de sexo con la pasión, imaginación y fantasía que no recuerdo haber experimentado nunca…con él. 

2 comentarios:

Encantados de saludarte

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La alegría de mis amigos al ver a mi mujer