Capitulo IV - Seguimos jugando

 VICTOR  El Marido:

Aquella experiencia en el club de billar donde mi mujer era el centro de las miradas y el excitante y estimulante en nuestra relación y, por qué no decirlo, morbosa. Si debo reconocerlo que a mi esposa se la deboraran con la mirada todos aquellos hombres, cuchichearan entre ellos acerca de mi mujer (seguramente haciendo comentarios obscenos) y que , debo decirlo (soy hombre y se lo que pasa por nuestras mentes cuando tenemos en nuestro punto de mira a una tía buena contorneándose ), se imaginaran teniendo todo tipo de prácticas sexuales con mi sra. me producía una morbosa excitación.

deseo de todos aquellos hombres me pareció una situación de lo más

Así que decidí repetir la experiencia y me aficioné a vestirla sexi con todo tipo de modelos (ropa ajustada, faldas con raja, tops, escotes, etc) cuando salíamos de noche y además de disfrutar con las miradas que le dedicaban los tíos a mi mujer por la calle, bares, restaurantes, etc. llevarla a la disco y apartarme de ella, como si estuviera sola, Como es lógico la miraban , alguno incluso flirteaba con ella y lo que más me ponía era como alguno bailaba con mi mujer y se calentaba con ella.

Aquella tendencia al morbo, me hacía imaginar cuando estábamos en la cama después de una "sesión" de disco, como sería sin compartiéramos lecho y mujer con alguno de aquellos tíos que se habían calentado con mi esposa. Aquella fantasía se hacía cada vez más insistente en mi pero no me atrevia a confesarsela a Maica, pero si me atrevía a incorporar un jugetito en nuestro sexo de alcoba que me hacía de alguna manera imaginar mejor como seria si mi mujer fuera follada por mi polla y la de

otro.Mi agradable sorpresa es que Maica disfrutaba de aquellas dobles folladas con mi polla y el consolador más que yo.

MAICA La esposa 

La verdad es que siempre  había sido un tanto exhibicionista , pero aquellos juegos de mi marido me hacían descubrir que lo era más de lo que me creia. El hecho de vestirme sexi y provocativa para atraer las miradas libidinosas de los hombres, y flirtear o bailar con ellos para excitarlos y todo ello con la sensación de liberación que daba hacerlo  bajo la mirada y

complacencia de mi marido, me había provocado más de una vez una estimulante excitación que me sorprendía cuando iba al baño con una humedad vaginal propia del calentamiento que tenía. Además de unas ganas enormes de llegar a casa para tener sexo con mi esposo, comportándome y disfrutando como una guarrilla. Como es lógico, esto no me atrevía a confesárselo a mi esposo, y mi justificación ante él era que lo hacía para complacerle.

Como tampoco le iba a confesar que me encantó que incorporara aquel jugetito sexual que aumentaba mi placer y mi recién descubierta sensación de guarrilla sexual. Mucho menos le confesaría que cuando me lo hacía el y el jugete, cada vez fantaseaba más con que los que me estaban follando eran algunos tíos de los que había calentado en la disco. 

 Clica y hazte una idea como era Maica, el consolador y el esposo